Carta en la que se exponen sus quejas por el nombramiento de un arquitecto por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para la conservación de Itálica; se sugiere que se encargue de la conservación a los monjes del monasterio de San Isidoro del Campo bajo la dirección de un académico y que se forme un museo en dicho edificio con los materiales que se vayan recuperando de las excavaciones, para evitar el expolio a que están siendo sometidas las ruinas.

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