El Vicepresidente de la República a los colombianos

Manifestación

Autores
Identificador
861996
Fecha de publicación
1902
Lugar de producción
Bogotá: Imprenta Nacional, 1902
Idioma
español
Nota de edición
Digitalización realizada por la Biblioteca Virtual del Banco de la República (Colombia)
Materias
  • Generalidades; Generalidades / Colecciones generales; Ciencias sociales; Ciencias sociales / Ciencia política
Notas
  • Bogotá (Colombia)
  • Dominio público
  • Discursos; Paz; Política y gobierno; Partidos políticos
  • Concuidadanos! En el año pasado, en fecha igual á la presente, deploré no poder, al mismo tiempo que os saludaba, anunciaros el restablecimiento de la paz en la República. Hoy, al invitaros á celebrar la fiesta de la Patria, puedo, por fortuna, felicitaros por haberse asegurado ya el bien por el cual con, tánta ansia hemos anhelado en los últimos años. Gracias á la Providencia Divina y al denuedo y la constancia de nuestros Ejércitos, la revolución que se inició en (899 está debelada, y para que veais reinar en la extensión entera de la República la tranquilidad y el orden, sólo falta que todos vosotros prestéis vuestro concurso para que, tanto los negocios públicos como las empresas y las labores particulares, entren en su carril y con regularidad sigan su curso.
  • I J A LOS COnOMBIANOS CONCIUDADANOS! En el año pasado, en fecha igual á la pre­sente, deploré no poder, al mismo tiempo que os saludaba, anunciaros el restablecimiento de la paz en la República. Hoy, al invitaros á ce­lebrar la fiesta de la Patria, puedo, por fortuna, felicitaros por haberse asegurado ya el bien por el cual con, tánta ansia hemos anhelado en los últimos años. Gracias á la Providencia Divina y al denuedo y la constancia de nuestros Ejér­citos, la revolución que se inició en (899 está debelada, y para que veais reinar en la exten­sión entera de la República la tranquilidad y el orden, sólo falta que todos vosotros prestéis vuestro concurso para que, tanto los negocios públicos como las empresas y las labores parti­culares, entren en su carril y con regularidad sigan su curso. Todos los colombianos están llamados á -- - procurar- ~ste bie~ta~ apetecido: muchos pue­den hacerlo empleando brazos y energías en el trabajo, que ha de sacarnos de la pobreza y del atraso en que las divisiones intestinas nos han abismado; esos mismos y todos los demás pue­den hacerlo deponiendo rencores, olvidando agravi05, predicando la concordia y uniéndose 'en frat~rnal abrazo con los que hayan tenido por adversarios en la funesta lucha. r / A esta generosa conducta ~os. obligan la religión que profesamos, el patnotIsmo y la ~ompasión y la caridad que deben movernos en favor de los muchos millares de hermanos nuéstros que, por obra de la guerra, gimen hoy I en , la inrligenr..la . . en la orfandad, en dI de.s.::lrn­palia y en un abismo de miserias de to~o linaje. Para que la conmemoración que fuacemos del gran suceso verificad!=, en esta cilldad hoy h:C,c noventa y dos años sea fec,:undo en bienes, hemos de considerar que, si ese suceso fue fe­liz, y si ' hemos de celebrarlo .con regocijo. por haber sido origen de nuestra mdependencla, al 1" ro;-io tiempo lo fue de otros qu~ no podemos menos de recordar con amargura. , ( Los insignes varones que con henúco va-lUí' ci vil encabezaron el movimiento del 20 de Julio de 1810, se dividieron en ban,dos políti­cus, y lu lYropio hicieron los que, en las diferen­tes Provincias del que era Nuevo Reino de Granada, se pusieron á la cabeza de la gran re­volución. Cuáles pretendieron formar pequeños Estados independientes; cuáles quisieron la reu­nión de todas las secciones en uno solo; éstos se decidieron por un Gobierno central, aquéllos por uno federativo; diferentes ciudades se dis­putaron la primacía y el honor de ser cabeza, ya se adoptase la una forma, ya se adoptase la otra. Formáronse partidos que se apodaban re­cíprocamente y se combatían, y se levantaron caudillos, por unos id latrados y detestados por otros. I N atural fue que 'n un pais no educado ni reses particulares ó á d·ar prepond~rancia á de­terminados círculos. Los desaciertos en que incurrieron nues­tros próceres tuvieron por excusa la inexperien­cia; los de nuestros políticos de épocas más cercanas no tienen ninguna; los de los que des­pués del escarmiento que hoy está más reciente vuelvan á caer en ellos, serán crímenes imperdo­nables. N o es en la historia de pueblos extraños donde hemos de estudiar lo que puede hacer feliz y engrandecer al nuéstro. En cada país hay diferente combinación de costumbres, de condiciones de raza y de clima, de anteceden­tes históricos que le dan carácter peculiar. N uestra propia historia nos ofrece las en­señanzas que han de guiarnos. De éstas, la que hoy debemos aprovechar de preferencia, es la de que la desunión y las discordias nos de­bilitan, y ponen trabas á la marcha á que, del prevenido para darse n Gobierno ni para or~ ganizarlo, nacieran iniones encontradas so~ bre el modo de consti uirlo; y hasta necesario era que se abriese c po á la discusión para,' descubrir el camino q e debía seguirse. Mas; por desgracia, la disc sión no siempre fue de; aquéllas de que brota luz, sino de las que en gendran discordias; e da caudillo y cada parti.~ do quiso sostener su ictamen y sus pre.te.nsio.¡ nes por la fuerza, y a se agotaron la actIvldad, la energía y los recur s que hubieran debidO' emplearse p~ra consti ir una N ación potente, capaz de res·stir al es erzo que la Metrópoli había de intentar para someter á la que miraba, como colonia sublevada. Los Ejércitos españo­les sorprendieron á m/'.,:jeros paCt~ 'Z-w)~~l:J;R.~':i en reyertas ,políticas, divididos y, por consi­guiente, débiles, Cad? l.mo se mostró héroe, -y-a mostrarse héroe, hizo patente lo que habría al­canzado unido con los \demás. - mismo 1110do que a ¡;odas las naciones nuevas, Grandes lecciones nos dejaron nuestros mayores: enseñáronnos con su ejemplo á amar la Patria, y h arriesgar¡lo y sacrificarlo todo por ella; y también con su ejemplo, y de manera pard. ellos costosísima¡ nos enseñaron que el apego al mando, las ¡ pOrfiadas contiendas, la poca deferencia p,or la opinión ajena, la resis- I tencia á la autoridad reconocida y la guerra entre hermanos son obstáculos en que se estre­llan cuantos esfuerzos emplee el patriotismo para engrandecer y hacer' prosperar á la N a­ción, y para producir el bienestar de los que la; COnl ponen-;- En extravíos semejantes á aquéllos en que · incurrieron nuestros antepasados después del 20 de Julio de 1810, incurrieron los que, des­pués de la victoria de Boyacá, tuvieron en sus manos la suerte de la Patria; y estos extravíos, igual que los primerosJ han dado lugar á que nuestra Historia señale fechas sin cuento, tan nefastas como fausta eb la que hoy conmemo-ramos. I Nuestra H istoria'; nos patentiza que, si he­mos sabiqo imitar la conducta de nuestros glo­riosos antepasados en¡ determinarlas ocaSIones en que el bien de la Patria ha exigido heroicos esfuerzos y sacrificios, cuando se ha tratado de exponer y discutir doctrinas y principios y de' implantar sistemas, no hemos acertado, C9mo no acertaron ellos, á fundar nada estable, nada de lo que hubiera podido servir de asiento ó de principio á un sistema político que no se altera­se sino para perfeccionarse. N uestra política ha empezado á ser, no el arte de gobernar á los pueblos para hacerlos , felices, sino cúmulo de intrigas, cábala;:; y mez­quinas maniobras encaminadas á favorecer inte- 11 impulsa el ejemplo de las que ya han llegado al ápice de la cultura y de la grandeza. En épocas pasadas, el escarmiento debido á· nuestras guerras intestinas ha podido no ser eficaz. El debido á la que hoy está terminando, no puede dejar de serlo en altísimo grado, una vez que los males que se han seguido de ésta han sido incomparablemente mayores que los producidos por las otras. En esta consideración fundo la esperanza de que el próximo restablecimiento de la paz sea principio de una éra de prosperidad y de engrandecimiento para Colombia; de la éra en que los ínclitos varones cuya memoria cele­bramos hoy contemplen, desde 1as manSlOnes eternas, satisfechos lop anhelos que los impul­saron á encararse con una poderosa N ación, echando los fundamentos de nuestra indepen­dencia. Como ya os lo dije, todos vosotros podéis, con vuestro concurso, contribuir á la realización de tan halagüeña esperanza; y, prestándolo, me­receréis bien de la Patria y os haréis acreedores á ias bendiciones del Cielo, á las de los pueblos que hoy gimen y á las de nuestra posteridad. SOLDADOS DEL EJÉRCITO N ACIONALl En un Jía como el presente, en que se celebran las glo­rias de la Patria, no se pueden echar en olvido las que vosotros, con vuestro sufrimiento, vues­tra lealtad y vuestra intrepidez, le habéis gana­do. A nombre del Gobierno y de la N ación, y en el mío propio, os d irijo las expresiones de aplauso y de reconocimiento á que os habéis hecho acreedores. . ./ /' J Bogotá, 20 de } ulio de 1902. \ I , ; I I JOSE MANUEL MARROOUI~ IMPRENTA NACIONAL
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